Amarse a uno mismo es sin duda el gran aprendizaje vital que todos los seres humanos hemos de realizar para poder ser verdaderamente felices y disfrutar de una vida plena. Para lograrlo, hemos de aprender de los tres grandes maestros de la autoestima: los padres, la pareja y los hijos.
Como cualquier otro proceso vinculado con el desarrollo espiritual, gozar de una sana autoestima no es un trayecto lineal, sino que se produce en espiral. En ocasiones parece que damos tres pasos hacia delante. Y en otras, dos para atrás. A veces sentimos que levitamos hacia el cielo. Y en otras, que nos hundimos en dirección al infierno… Amarnos a nosotros mismos es un camino sin meta. Es un trabajo diario sin festivos ni días libres. No en vano, el amor es el alimento que nos permite vivir con mayúsculas una existencia feliz, abundante y plena.