martes, 30 de octubre de 2018

EL CONTACTO FÍSICO, UN ANALGÉSICO NATURAL





Algo tan simple como coger a alguien de la mano reduce su percepción del dolor. Un efecto analgésico que se produce incluso cuando no se tiene una relación afectiva.

Hace pocas semanas me encontré en una situación de cierto apuro en un box de urgencias: sentía dolor desde hacía varias horas y estaba a punto de ser tratado mediante una maniobra que necesariamente iba a producirme un dolor momentáneo más agudo.



Fue un instante tenso: "Respira hondo, allá vamos", me dijo una de las dos enfermeras. Una tercera persona, auxiliar de enfermería, estaba a mi lado y me tendió la mano.

Yo la apreté, la solté y la volví a apretar unas cuantas veces… Elle me dijo: "aprieta fuerte si quieres, no me haces daño". La maniobra acabó con éxito y solté la mano. Le di las gracias y vi su rostro por primera vez. No nos habíamos mirado antes.

El contacto por sí solo bloquea la sensación de dolor

¿Empatía o algo más? Superado el problema, he estado revisando mentalmente aquel momento que en realidad debió durar no más de 30 segundos.

¿Por qué coger de la mano a alguien puede aliviar el dolor? ¿Qué ocurrió, fue un alivio real del dolor o la auxiliar solo me ayudó a superar un momento difícil al mostrar su empatía? Días después decidí buscar la respuesta a mis preguntas.

Me encontré con el caso del alumbramiento, cuando la persona amada da la mano a la que está pariendo. Pero aquí hay en juego mecanismos cerebrales, hormonales y fisiológicos que no se producían entre la auxiliar y yo.

Hallé diversos experimentos con parejas en los que se valoró la percepción del dolor con y sin contacto físico, y con y sin contacto visual.

Los resultados eran interesantes, pero siempre estaban de por medio el valor de la relación afectiva en una pareja. Todo un mundo de interacciones en las que seguro la hormona oxitocina juega algún papel importante.

Pero en mi caso no había factor emocional, solo hubo contacto físico. Sin contacto visual ni siquiera pudieron activarse las neuronas espejo que nos permiten sentir empatía. Pero el contacto debió sincronizar nuestras ondas cerebrales.

Dos personas que acercan sus manos hasta entrelazarlas ponen en marcha un intercambio de información corporal. Los cerebros se sincronizan y envían señales de bloqueo momentáneo del dolor. Se acoplan a nivel de las regiones centrales de quien lo sufre y el hemisferio derecho de quien lo observa.

Acabamos de descubrir cómo el simple hecho de dar la mano es un eficaz método analgésico.

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