domingo, 4 de septiembre de 2016

LA LUNA Y LOS CUATROS ARQUETIPOS DE LA MUJER (5)





Bienvenida a  la Mujer Cíclica

En todas partes, las mujeres estamos reconectando con la experiencia cíclica de lo femenino y de la vida, y descubriendo en ella una fuente de poder y de sabiduría profunda.

Nos estamos desprendiendo de la carga negativa que durante miles de años se ha asociado con nuestro cuerpo y sus procesos naturales: la menstruación, los cambios hormonales, la sexualidad, el parto y la menopausia, y soltando el sentimiento de inferioridad y el rechazo hacia lo femenino que como consecuencia hemos interiorizado.

Este camino de reconciliación con el hecho de ser mujer y la aceptación de nuestra naturaleza cíclica nos está llevando a mujeres de todas las edades a recuperar nuestra autoridad, intuición y felicidad.

Desde nuestra primera menstruación hasta la menopausia, nuestra realidad como mujeres conlleva cambios cíclicos continuos con cada ciclo menstrual.  Al conectar con nuestro ciclo menstrual y sus cuatro fases (pre-ovulación, ovulación, pre-menstruación y menstruación) podemos reconocer y respetar en nosotras los ritmos cambiantes de nuestra energía, emociones, necesidades, concentración, sexualidad y creatividad, y entender nuestro ciclo menstrual como una guía interna continua y una enorme fuerza elemental, en vez de juzgar nuestro ciclo como un problema o lastre.


Los principales ritos de paso de la mujer están relacionados con la sangre: la menarquía, el parto y la menopausia. Estas transiciones han estado invisibilizadas y medicalizadas a lo largo de la historia del patriarcado. Hoy en día estamos volviendo a dar un lugar sagrado a estos momentos de cambio en nuestra vida, restaurando así el vínculo entre estos procesos fisiológicos y su significado espiritual. Lo hacemos, por ejemplo, a través de la celebración de rituales para acompañar estos ritos de paso, muchas veces inspirados en ritos ancestrales y de otras culturas.

Cuando nos damos cuenta de la íntima relación entre nuestros ciclos femeninos y los ciclos de la luna, del sol y de las estaciones, empezamos a restablecer una conexión viva con la Madre Tierra, de la cual la vida moderna tanto nos ha separado. Nos podemos ver reflejadas en las cuatro fases de la luna, en las cuatro estaciones, en el ciclo de las plantas y en el ritmo de día y noche… Descubrimos el poder de sintonizarnos con los ciclos de la naturaleza, descubriendo también la interconexión con todos los seres vivos.

Uno de los agentes más importantes en la represión de lo femenino han sido las religiones monoteístas y patriarcales. El redescubrimiento de la espiritualidad femenina es una parte clave para muchas mujeres para reconstruir y fortalecer nuestra identidad. La arqueología, la mitología y la antropología nos demuestran que, en diferentes épocas históricas, gran parte de la humanidad ha sido matrilineal con un culto a lo Sagrado Femenino. En los Arquetipos de la Diosa de diversas culturas, que contienen una gran sabiduría respecto al universo femenino, podemos entender la etapa vital o el momento del ciclo menstrual en que nos encontramos.

Para profundizar en cada unos de estos aspectos, te propongo explorar los ciclos femeninos a través de los cuatro Arquetipos de la Doncella, la Madre, la Chamana y la Anciana.


El Arquetipo de la Doncella

Su estación es la primavera, su fase lunar la luna creciente. Semilla que brota, inicio, deseo de vida, época de nuevas posibilidades…

La Doncella es la Virgen, “completa en sí misma”, independiente. Es impulsiva, le encanta jugar, se rige por sus ideales y busca la verdad.

Su fase del ciclo menstrual es la pre-ovulación: fase dinámica y de acción. Tiene la capacidad de planificar, de fijar objetivos y de dirigirse hacia ellos.

Es Brigid, la Diosa Celta de la inspiración, la poesía y el fuego sagrado, honrada en la Candelaria o “Imbolc” con los primeras señales de la primavera.

Es Artemisa, Diosa griega de los bosques, la caza y la luna,  Arquera cuya intención esta concentrada y posee una flecha certera.

Es Kore, hija curiosa y amante de la naturaleza que decide descubrir el submundo, donde come de la granada roja y se convierte en Persefone.

Es Ostara, Diosa germánica de la primavera, del amanecer y del despertar de las fuerzas germinativas.

Su rito de paso es el de la primera menstruación, la llegada de la sangre y el despertar de la fertilidad.

Es la Doncella que vive en nuestro interior, la niña-adolescente que no siempre recibió una bienvenida o iniciación positiva al mundo de la mujer.

Sanando a nuestra Doncella interior e inspirándonos de otras culturas y ritos ancestrales podemos acompañar a las “Doncellas” de hoy en día en su transición de la adolescencia hacia la madurez.


El Arquetipo de la Madre

Su estación es el verano, su fase lunar la luna llena. La semilla florece, da fruto y madura gracias al calor del sol y a los nutrientes de la tierra.

El Arquetipo de la Madre nos remite a la Gran Madre mitológica, a la Madre Tierra, fuente de vida, útero creador, con capacidad de creación y de destrucción.

Su fase del ciclo menstrual es la ovulación: fase expresiva, amorosa y fértil en todos sus aspectos. Es sensual y encuentra el placer en la unión. Sabe cuidar y cuidarse y marcar límites.

Es Deméter, Diosa griega del cultivo de la tierra, portadora de las estaciones, la madre devota y nutridora, protectora de sus hijos.

Es Yemaya, Diosa yoruba, Madre de las aguas saladas, Madre sin hijos de carne y hueso, poderosa patrona de las mujeres, en especial de las mujeres embarazadas.

Es Afrodita, Diosa del amor, la belleza y la sexualidad. Desea conocer y ser conocida, impulsa lo creativo y lo procreativo, se implica intensamente y apasionadamente.

Es Kuan Yin, Diosa asiática de la compasión, su nombre quiere decir “la que escucha al sonido del sufrimiento del mundo”, personificación de la Madre Divina, sanadora y sostenedora de todas las cosas.

Su rito de paso es el parto, el viaje iniciático de la madre que da a luz y el bebé que sale al mundo.

El arquetipo de  la Madre no se limita por supuesto a la concepción de hijos biológicos sino que abarca todo el desarrollo de procesos creativos y toda época de exteriorización.

Nos invita a cultivar nuestra Madre interior y a integrar, en nuestro seno, a la Madre Luminosa y a la Madre Oscura pudiendo así aceptar a la madre real, la humana.


El Arquetipo de la Chamana

Su estación es el otoño, su fase lunar la luna menguante. Tiempo de recoger la cosecha, de iniciar la poda, de luz decreciente.

La Chamana conoce su sombra, se guía por su intuición, es libre, guerrera y sanadora.

Su fase del ciclo menstrual es la premenstrual: fase altamente creativa, de conexión con nuestro inconsciente, con nuestra herida y con nuestra verdad. La Chamana sabe sopesar, sabe separar el grano de la paja.

Es Persefone, Diosa griega que viaja al submundo y rige lo inconsciente, el mundo de los sueños, de lo invisible.

Es Kali, Diosa Hindu de la muerte y del renacer, protectora del espacio entre mundos y encarnación de la fuerza femenina, en su aspecto destructor corta y transforma  lo viejo y trae libertad e integración.

Es Medusa, que en su representación monstruosa en la mitología griega nos invita a mirar lo “terrible” en nosotras y en los demás, a atravesar el miedo y a acoger lo negativo. En ella descubrimos el poder de los misterios femeninos.

Es Lilith, Diosa de Oriente Medio, la primera mujer de la creación según algunos textos hebreos antiguos, que representa la mujer no sometida y la sexualidad femenina libre.

Su rito de paso es la menopausia, pasaje al poder y a la sabiduía. Ancestralmente las mujeres solo eran reconocidas como chamanas después del tránsito de la menopausia.

Nos invita a conocer y desplegar en nosotras a la Mujer Salvaje, enterrada durante siglos y siglos, para acceder a  tesoros escondidos.


El Arquetipo de la Anciana


Su estación es el invierno, su fase lunar, la luna negra, época de hibernación, de quietud y de renovación.

La Anciana ha cultivado el don del silencio, la escucha, y el desapego. Sabe que en el vacío y en la muerte está la semilla de un renacimiento. Es sabia y visionaria.

Su fase del ciclo menstrual es la menstruación: fase de introspección, de descanso y de conexión con lo más profundo en nosotras, el lugar en donde las visiones creativas se gestan.

Es Hestia, la Diosa del hogar, cuidadora del mundo interior y del fuego sagrado, su símbolo es el círculo y nos lleva a la esencia.

Es Innana, antigua diosa sumeria, que abandona su lugar como ‘Reina del Cielo’ para bajar al submundo, encontrarse con su hermana Ereshkigal, y allí morir y renacer.  Personifica el viaje de la heroína y del alma, hacia lo más profundo, para volver con el tesoro de la sabiduría.

Es Hécate, Diosa griega de la luna negra, guardiana de los cruces y de la intuición profunda, ofrece su sabiduría y guía para atravesar la oscuridad.

Es Ceridwen, Diosa galesa, guardiana del caldero de la inspiración y de la sabiduría, manifestación de la creatividad y destrucción universales en la transformación eterna.

Su rito de paso es la muerte y los tiempos de transición, pérdida y envejecimiento. Con la comprensión cíclica de la vida y la muerte, entendemos que sin desintegración no hay renovación.


Olga Bernal

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