jueves, 21 de septiembre de 2017

SENTIMIENTO DE VERGÜENZA





¿Desarrollas un sentimiento de vergüenza incluso cuando no has hecho nada malo?

Aquellos con sentimientos de vergüenza saben muy bien como corre una oleada de sangre caliente hacia el cuello y la cara que les hace querer correr y esconderse.

La vergüenza profunda tiene una manera de colarse en cualquier situación en la que posiblemente podría ser percibida como mínima o nula.

¿Y qué es un sentimiento de vergüenza?

El sentimiento de vergüenza se entiende mejor al compararlo con la culpa.

La culpa se produce cuando crees que has violado tus propias normas. Cuando actúas en contra de lo que crees que es correcto es probable que sientas la punzada de la culpabilidad.

Pocas personas pueden hacer lo que creen dentro de sí mismos como “malo” sin sentirse culpables. La verdadera culpa por violar tus normas es importante. Puede servir como un valioso corrector a menos que se distorsione, pero eso es un tema para otro artículo.



El sentimiento de vergüenza se produce cuando crees que has violado las normas de otra persona. Y como resultado te sientes indigno, avergonzado o humillado.

Con un sentimiento de vergüenza crónica viene un constante temor de juicio, como si los demás estuvieran continuamente llegando a la conclusión de que eres malo.

¿Dónde se origina ese sentimiento de vergüenza crónico?

Ese sentimiento de vergüenza se inicia en la infancia, cuando tu sentido de tí mismo se está desarrollando.

Durante la infancia, necesitas comparar quién eras y lo que hiciste con lo que tu entorno le estaba enseñando. Es la única manera de desarrollar la competencia y la confianza.

Si no tienes un patrón externo con el que compararte, no tienes idea de cuando has hecho o dicho algo bien. De hecho, habría sido frustrado todo el proceso de aprendizaje y socialización.

Por ejemplo, cuando estás aprendiendo a atarte los zapatos, estás “obligado” a cometer errores. Y cuando lo haces, tu padre o madre está ahí para corregirte. A través del proceso de prueba y error, finalmente aprendes a atarte los zapatos en la forma en que te la demostraron.

El problema viene cuando los padres, maestros y cuidadores son emocionalmente inmaduros. No corrigen con amor. No corrigen lo que estás haciendo manteniendo la integridad de lo que eres como persona.

Corrigen con impaciencia y juicio duro, y no se trata de atar el zapato sino sobre que tu aprendas a atarte los zapatos.

Y entonces….

¿No puedes hacerlo bien?

¿Cuál es tu problema?

¡No tengo tiempo para esto! ¿Tengo que hacerlo todo yo?

¿Qué clase de niño idiota no puede atarse los zapatos?
Los niños son aprendices naturales, lo que significa que hacen un montón de procesos de prueba y error. En el camino, cuando te critican y juzgan como una persona por los errores inevitables, desarrollas la sensación de que como persona, no estas a la altura, a los estándares en tu casa.

Marcos te dio un regalo. Tienes que decir gracias. Eres muy desconsiderado y no cojo en brazos a los niños desconsiderados.

¡Tienes un insuficiente en tus notas. ¿Es qué eres, estúpido? Nunca te esfuerzas lo suficiente! Eres un perdedor y siempre lo serás.

Mira que modales tienes. ¡Mastica con la boca cerrada! Eres como las vacas

.
 Etcétera.

(Nota: quizás te parezcan respuestas y situaciones exageradas. Créeme que no lo son en absoluto)

Cuando las correcciones necesarias para subsanar errores naturales están cargadas de juicio y atacan a la identidad del niño se empieza a desarrollar en él la idea de que es una vergüenza como persona.

Peor aún, hay momentos en que un bebé simplemente no se quería. Un hermano mayor no desea el recién llegado alrededor suyo. Los padres pueden no haber planeado o deseado tener un bebé. O los padres con un niño pueden haber querido una niña o viceversa.

En estos casos, te tendieron una trampa para desarrollar el sentimiento de vergüenza desde el día en que naciste. Tu misma existencia estaba equivocada según alguien cercano a ti.

Y cuando te están criando, te están ofreciendo toda una serie de mensajes.

Y algunos padres y hermanos mayores lo hacen con una claridad meridiana.

Ojalá no hubieras nacido.

¿Por qué tienes que venir y arruinarlo todo?

Cuando naciste, tu padre se fue.

Arruinaste mi vida.

He sacrificado todo por ti, y ¿para qué?

No tenías manera de protegerte de estos mensajes, porque tu propio sistema de valores individuales no se había formado. Fuiste dependiente de su opinión para saber si eras bueno o malo.

¿Cuál es la pieza que falta para alguien que experimenta un sentimiento de vergüenza inexplicable?

Límites.

Las fronteras emocionales son las “líneas de propiedad” que separan tu identidad de la de otros. Cuando no están claros los límites de esa propiedad, no puedes separar las opiniones y acciones de los demás de tu opinión emocional de ti mismo.

En otras palabras, no sabes lo que es tuyo vs. lo que pertenece a otros (y por lo tanto no es tu preocupación).

Si estabas avergonzado como un niño, alguien te “traspasó” emocional o físicamente. En lugar de ayudarte a desarrollar un sólido sentido individual de tí mismo, instalaron en tu mente sus propias creencias y su modelo del mundo, antes de que tuvieras la oportunidad de entender la diferencia entre ellos y tú.

En otras palabras, comenzaste a verte a tí mismo en la forma en que ellos te veían. No tienes opciones porque no tienes límites emocionales. No fuiste capaz de decir: “Estos son tus problemas, tus creencias, y no los míos. Esto no tiene nada que ver conmigo”.

¿Por qué ese sentimiento de vergüenza continua en la edad adulta?

Ese sentimiento de vergüenza persiste porque estamos psicológicamente apegados a los mensajes tempranos que recibimos en la vida, para bien o para mal.

A pesar de que no estabas de acuerdo en adoptar creencias de los demás acerca de ti mismo, lo hiciste. Ahora, esas creencias se manifiestan en sentimientos de vergüenza espontáneos y automáticos, de baja autoestima y falta de confianza.

Los aspectos emocionales, tanto buenos como malos, o mejor dicho empleando un lenguaje más neurolingüísitico, útiles o no útiles, buscan expresarse.

Por lo tanto, cuando se presenta cualquier oportunidad de interpretar una situación como vergonzosa y confirmar lo que aprendiste sobre ti mismo, este aspecto de tu subconsciente sube a la superficie y se manifiesta.

Una “importante lista de cosas” que puedes hacer para superar los sentimientos de vergüenza crónica
La superación de profundos sentimientos de vergüenza es un proceso que por lo general, requiere una perspectiva externa de un profesional que te pueda guiar a reinterpretar tu mundo.

Aun así, mucho puedes hacer por tu cuenta.

Aquí está una lista parcial de lo que puedes que hacer:

Desarrollar límites. Tienes que aprender, e interiorizar en lo más profundo de tus huesos, que las opiniones de los demás no son más que sus opiniones. Puedes elegir aprender de ellas o puedes descartarlas.

Detener la proyección. Puedes detener la proyección de tu propia y baja visión de tí mismo en los demás, asumiendo desde el primer momento que no piensan bien de ti. ¡Esto hará una diferencia enorme!

Concéntrate en tu competencia. Tienes dones. Y lo sabes. Mantén tu desarrollo. La confianza en tí mismo tiene mucho que ver también con la competencia. Cuando te enfocas en tus talentos, les permites crecer, junto con tu autoestima.

Confiar en alguien. Si continúas ocultando tu sentimientos de vergüenza, estarás tirando piedras contra tu propio tejado. Mediante su exposición confiada puedes llegar a minimizarlo en tu mente.


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