domingo, 22 de noviembre de 2015

¿Por qué queremos salvar a los demás?






Me llama la atención la frecuencia con la que quienes tendemos a la ansiedad, tenemos una gran necesidad de ayudar y sobre todo, salvar a los demás.
Estamos acostumbrados a resolver situaciones, saber lo que los demás necesitan hacer para ser felices, encontrar recetas y curas para los problemas de los demás, estar ahí disponibles para lo que se les ofrezca, y sobre todo, pasar el día completo preocupándonos por si “¿estará bien?, ¿y si le pasa algo?”.

Quizás muchos de vosotros digáis “está hablando de mi", pero… estoy hablando por todos vosotros.


 ¿Por qué queremos salvar a los demás?

- Por un intento de salvarnos a nosotros mismos.

- Creemos que al salvar a otros el mundo será mejor para nosotros.

- No queremos afrontar el dolor que nos genera ver a otros sufrir.

- Evitamos el conflicto y las confrontaciones, sea en nosotros, nuestro ambiente o en los demás.

- Realmente no sabemos manejarnos en ambientes de estrés, y mejor hacemos todo lo posible para  que todo esté armonioso y hermoso.


- Aprendimos que a través de ser amables y serviciales, los demás nos querían más, inclusive nos  buscaban y pasaban tiempo con nosotros, buscando nuestra ayuda.

- En el fondo necesitamos mucho de la compañía y el cariño de los demás, y esta es una manera de  obtenerlo.

- Somos muy sensibles al dolor ajeno, somos empáticos con el sufrimiento de otros, pues estamos con unas antenas más largas y afiladas al sentir lo que otros sienten, y mejor los ayudamos a estar bien para no sufrir.

- No crees que los demás sean capaces, fuertes o lo suficientemente inteligentes para resolver sus problemas o necesidades por si mismos, la experiencia te lo ha demostrado, y crees que lo mejor es tomar cartas en el asunto, que alguien se encargue de resolver todo esto.


¿Cómo es, que querer salvar a los demás nos genera ansiedad?

Al estar tanto tiempo enfocado y con tu atención puesta en lo que necesitan los demás, te olvidas realmente de lo que necesitas tú, de lo que tú quieres hacer con tu vida.
Te sientes culpable si descuidas o dejas de ver por los demás, inclusive no te permites darte gustos o placeres porque dentro de ti, te sientes irresponsable de estar descuidando a otros.
Vives en un estado constante de alerta, de que todo esté bien, de que los demás estén a gusto, y este estado de alerta tensa tu cuerpo y a la larga se convierte en ansiedad.
Pierdes tu propia libertad y responsabilidad sobre ti mismo de hacer y deshacer tu vida como tú quieras, te sientes atrapado por esta especie de codependencia.
Es mucha presión sentir que la vida de los demás o su tranquilidad está en tus manos.Te sientes ahogado por tantas responsabilidad que has adquirido para con los demás, de tantos “sís” que dices y compromisos , que sobre pasan tu capacidad de hacerles frente.
Vives pensando en las consecuencias de futuro, y se te va olvidando vivir en el presente.Tu mente se acostumbra a estar preocupada y tus emociones son de angustia y miedo.


¿Cuál es el camino de salida?

Si te encuentras en el extremo de ver más por los demás que por ti mismo, y esto te está generando ansiedad, aquí te van algunas recomendaciones:


1- ¿Amas por amor? ¿ o por temor?

Los basados en el amor son todos esos que tienen que ver con dar por el simple hecho de que tu corazón así te lo pide, son momentos de inspiración que nada tienen que ver con cubrir alguna necesidad del otro, tienen que ver con compartir el amor que llevas dentro.
Los basados en el temor son todos esos que haces para proteger al otro de sufrir, para evitarle un mal rato, para no sentirte culpable si algo malo le pasa o le causas dolor.
Empieza a cubrir tus propias necesidades.Aunque no sepas cuáles son, empieza por lo básico. Darte el gusto de consentirte, darte un baño largo y tranquilo, irte a comprar algo que se te antoje o necesites, descansar las horas necesarias, hacer lo que quieres aunque el otro parezca necesitar de ti.

Da la ayuda que te pidan, no la que tú creas que necesitan.Si te piden un favor, tú puedes ver y analizar qué tanto realmente necesita de ti para lograrlo, o si solamente es una necesidad de esa persona de tenerte cerca, de controlarte o de seguir la relación de codependencia.

Si ese favor va en contra de alguna prioridad tuya, busca la manera de negociar para hacerlo en otro momento, o para que alguien más, lo pueda ayudar.

Deja de querer ayudar sin que te lo pidan, o de creer que tu sabes lo que el otro necesita todo el tiempo. Mejor pregúntale en qué le puedes ayudar, pero no quieras adivinar y cubrir toda necesidad que tú crees que tiene.


2- Enseña a pescar, en lugar de darle el pescado

Esta frase ya es famosa pero tiene mucha sabiduría. Si realmente quieres ayudar a otra persona, permítele ser digno y aprender a ayudarse a sí mismo. Confía en que tiene las capacidades y herramientas necesarias para ayudarse a sí mismo, y mejor tú enséñale a pescar, en lugar de darle el pescado cocinado y masticadito en la boca.

3- Enfrenta el miedo

El miedo que te da de que pueda sucederle algo malo, de que se lastime o inclusive llegue a la muerte. Necesitas ayudarlo desde lo que tú puedes pero no puedes salvarle la vida, y menos si esa persona no se deja ayudar.


4- Reconoce las ventajas que te da

El ayudar a todo el mundo, querer salvarle la vida a alguien o estar ahí al servicio de las necesidades de comunidad, da muchas ventajas que difícilmente reconocemos.

Nos hace sentir útiles, valiosos e importantes, que servimos de algo, que nuestra vida tiene un propósito, que ganaremos medalla de oro cuando lleguemos al cielo, que los demás nos aplaudirán por nuestro gran corazón, que nos sentimos seguros por creer que tenemos el “control” de lo que sucede con la otra persona. Nos da la ventaja de estar tranquilos


5- Canaliza tu capacidad de amar

Estoy segura que en el fondo lo que sientes es mucho amor por las demás personas, sobre todo por esa persona en especial que quieres salvar.
Pero la mejor manera de amar a alguien más, es permitiéndole enfrentar las consecuencias de sus actos, madurar, crecer, ser responsable de sí mismo.
Cuando tu te amas a ti mismo y miras por tu mayor bien, la única consecuencia es que ayudarás mejor a los demás.
¿Cómo puedes compartir tu amor, si tu no te amas a ti mismo primero?
Así es que puedes demostrarles tu amor con más calidad, en pequeños momentos o con grandes detalles, pero no necesitas estar ahí las 24 horas del día a su disposición, pendiente de todo lo que se le pueda ofrecer.


Conclusión

Ayudar a los demás es algo positivo cuando nace del amor, pero puede ser perjudicial para ti y para quien ayudas si nace del temor, del miedo, de la duda o de la inseguridad.
Revisa desde dónde ayudas, y empieza por amarte a ti mismo, para entonces sí poder amar a los demás como se lo merecen; de manera digna y respetuosa.


Olga Bernal


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