miércoles, 4 de abril de 2018

9 CLAVES PARA SENTIRTE A GUSTO CON TU CUERPO




Ninguna dieta es eficaz sin modificar antes la imagen que tenemos de nosotros mismos y reflexionar acerca de los "ideales" que perseguimos.

Nuestra relación con el cuerpo –lo que esperamos de él, lo que hacemos o dejamos de hacer con él– está condicionada por la cultura y las experiencias vitales desde la más tierna infancia.

Depende de nuestra situación emocional y cuáles son los valores a los que damos importancia.

Los trastornos de la alimentación y la obsesión por la delgadez están asociados a las presiones narcisistas de nuestro tiempo.



El mito de Narciso enfatiza el poder de la imagen, que puede llegar a absorbernos hasta que se pierden de vista los demás aspectos de la personalidad. Incapaz de amar, Narciso murió observando su propio reflejo.

Tanto da si nuestro ego se embelesa en un cuerpo perfecto ajustado a los cánones actuales de belleza, como si suspiramos por él y rechazamos nuestra realidad.

Si por una razón u otra no estamos de acuerdo con alguna característica de nuestro cuerpo, vale la pena realizarse unas cuantas preguntas oportunas y decidir qué vamos a hacer.

1. Descubre lo que esconden tus formas

¿Es tan grave tener sobrepeso? Sí, si sientes que tu cuerpo está fuera de tu voluntad. Sí, si es una exigencia estética y te impones tener un peso "ideal" en tu vida «ideal». Sí, si este problema hiere tu ego porque sientes que deberías estar por encima de estas cuestiones o, al menos, tenerlas bajo control.

Si este es tu caso, es el momento de preguntarse si tu malestar y tus kilos de más están escondiendo algo que no se ve en la superficie.

Hay que aprender a afrontar las emociones sin recurrir a planes de adelgazamiento que desvíen la atención. Entre dietas y comilonas muchas de esas emociones están sin atender, por ejemplo, la sensación de vulnerabilidad.

Parecer siempre fuerte es muy difícil si no te acorazas tras los kilos...

2. No luches contra tu cuerpo

Cuando comprendas que, en realidad, no puedes resolver tus problemas mediante la comida, que ninguna dieta funciona, busca ayuda. Piensa que depender de la comida como única vía de gratificación no es "mejor" que pedir ayuda durante un tiempo.

Tampoco creas que solo necesitas "fuerza de voluntad", porque cuando renuncias a comer se convierte en una obsesión. Si quieres llevar "una dieta ideal" para tener "el peso ideal", las intenciones son muy buenas, pero los resultados son pésimos.

Hay que liberarse de los grilletes de la comida. Sobre todo, hay que empezar a escuchar el cuerpo sin luchar contra él. Cuidarlo cuando está cansado, nutrirlo si tiene hambre y quererlo cuando necesita afecto.

3. Revisa tus carencias

Cuando se cometen excesos con la comida a menudo es porque se come bajo los efectos del "hambre emocional", no del hambre física.

El hambre emocional es difícil de controlar. Y recuerda que las sensaciones de ansiedad y hambre física se confunden. Revisa tus emociones, descubre si te crean ansiedad y así reconocerás por qué tu cerebro te lleva a comer así.

En cuanto a la comida, déjate guiar libremente por los deseos: ¿un plato caliente? ¿Algo ligero? ¿Dulce o salado? Permite que tu deseo quede satisfecho, regálate ese placer. Y simplemente deja de comer cuando sientas que ya es "suficiente".

Así, estarás en condiciones de reconocer tu nivel de satisfacción de hambre emocional y de hambre real.

4. Alíate con tu cerebro

Intenta realizar algunos cambios en relación con los que piensas sobre ti (como persona) y sobre tu imagen.

No te menosprecies, ni ante ti misma ni ante los demás. No tengas miedo a compartir tus asuntos con tus amigos más íntimos, en lugar de "tragarte" los problemas abalanzándote sobre las tabletas de chocolate o suculentas porciones de pizza.

A veces, es la necesidad de comunicación y el afecto insatisfecho lo que nos induce a comer sin mesura. Poco a poco, al reconocer y aceptar tus emociones no necesitarás producirte satisfacciones efímeras, compensatorias, a través de la comida y los atracones.

Una vez hayas alcanzado el equilibrio emocional, ten presente la imagen "ideal", pero realista, que quieres alcanzar. La vas visualizando y así tu cerebro se convierte en un aliado y tu cuerpo querrá llegar a hacerla realidad.

5. Visualiza tu estado ideal

Come como si te sintieses delgada y hazlo a la vista de todos. Como si ya hubieras conseguido tu peso ideal, así tu cerebro ayudará a conseguirlo. Prepara algo que te guste mucho, hazlo con esmero y dedicación y siéntate tranquila a la mesa.

Cuanta más atención pongas en la preparación de la comida, más consciente harás este momento.

Y siempre sentada a la mesa. Sentarse a comer significa "decidirse" a comer: saber lo que estás haciendo, viendo lo que vas a llevarte a la boca, relacionándote de manera cercana y natural con los alimentos.

6. Mientras comes, solo come

Reeduca tu mente para eliminar todas las convicciones que causan "obesidad mental". Cuanto más fácil creas que es perder peso para ti, más fácil te resultará.

Utiliza la palabra para reprogramar tu manera de pensar. Y no te entretengas viendo la televisión ni leyendo el periódico ni poniéndote música mientras comes. Es importante que disfrutes al máximo de las sensaciones.

Cuando comas, come. Busca un ambiente agradable y confortable y evita el estrés. La charla distendida con buena compañía solo puede tener efectos positivos.

7. Ante un atracón, quiérete más

Mientras haces el proceso, si caes en un atracón sin ningún control, lo último que tienes que hacer es odiarte por tu "debilidad". Ya está hecho: disfruta ahora de los sabores, las texturas, el color y el aroma de lo que estás llevándote a la boca. Es un buen recurso para dejar de "devorar".

Y no te avergüences, porque no has hecho nada malo. Después de la comilona, sé amable contigo misma, perdónate y en ningún caso te prives de comer al día siguiente ni te saltes comidas para compensar.

Si recurres después, para castigarte, a ayunos o dietas drásticas, lo más probable es que en el momento menos pensado recaigas en el atracón.

8. Cambia de dentro hacia fuera

Ten presente que el cambio es de dentro hacia fuera. A medida que revisas tus emociones, que tu cerebro visualiza la nueva imagen, el cuerpo la hace realidad. Haz de esta imagen un hábito, recuérdala a lo largo del día.

Verás como eres más consciente de lo que te llevas a la boca, sin engañarte. Anímate a escribir un diario: elige una bonita libreta y apunta en ella tus sentimientos, tus deseos... Escribe y vive con intensidad, saca tu lado más constructivo en vez de "atragantarte" con lo que querrías eliminar de tu vida.

9. Nutre la mente y el cuerpo

Cada alimento no solo nos proporciona nutrientes, sino que nos afecta de forma emocional y cognitiva, y provoca reacciones.

Una forma de tomar conciencia de ello es preguntarte cómo ha recibido tu cuerpo cada uno de los platos que le has ofrecido. ¿Cómo ha reaccionado ante la ensalada, la paella o el pastel? ¿Cuáles te han satisfecho más o te han proporcionado mayor grado de bienestar? ¿Cuáles deseas volver a probar? ¿Cuáles no?


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